domingo, noviembre 20, 2005

EL SIGLO Por Alain Badiou

"Nunca vi otra cosa que periodismo sensacionalista en el motivo, cien veces repetido, de una impotencia radical de la filosofía para medirse con los crímenes del siglo. La filosofía hizo lugar a esta cuestión tan bien y tan mal como todos los demás métodos de pensamiento. Mejor, en todo caso, que quienes plantean esa objeción. Jamás creí, tampoco, que tuviera el menor sentido decir, como Adorno finge suponerlo, que después de Auschwitz es imposible escribir un poema." El filósofo francés -nacido en Marruecos- Alain Badiou hace girar el balance del siglo XX alrededor de esta afirmación y nada contra la corriente, pues ponderar el siglo tendió a ser, efectivamente, someterlo a un tribunal de justicia penal. El siglo toma su forma a partir de un seminario que Badiou dictó en el Collège International de Philosophie, entre 1998 y 2001, en pleno auge del milenarismo de plástico del año 2000, por lo que la ocasión para hacer un balance no podía ser más propicia. Sin embargo, este libro dista de ser un ejercicio de historia en busca de una precisión acerca del pasado. El filósofo francés, al que el público argentino tiene acceso gracias a sus cada vez más frecuentes visitas a nuestro país, es un ex discípulo de Louis Althusser y un personaje central de la filosofía francesa contemporánea, fundamentalmente por su teoría del acontecimiento. También es dramaturgo, novelista y, sobre todo, un pensador apasionado. A partir de poemas de Osip Mandelstam, Fernando Pessoa, Saint-John Perse y Paul Celan, de escritos de André Breton, Bertold Brecht y Sigmund Freud, de los cuadros de Kasimir Malevich, Badiou, a la manera de un arqueólogo foucaultiano, desgrana el siglo XX con una tesis particular para derribar ese tribunal de justicia penal. Esta tesis vincula la clásica distinción lacaniana entre lo imaginario, lo simbólico y lo real con los aspectos centrales de la muerte del hombre y de Dios anunciada por Friedrich Nietzsche. El siglo es, en consecuencia, la reflexión de un pensador radical que hace inteligible nuestra época cruzando a Lacan con Nietzsche. Se dice con frecuencia que el siglo XX ha sido la época en la que los ideales para construir una sociedad distinta llevaron a un reguero de sangre sin parangón en la historia. Pero la Ilíada, responde Badiou, no es más que "una sucesión ininterrumpida de masacres". Los crímenes son una constante en la humanidad; relacionarlos con los ideales es tirar al bebé junto con el agua del baño. El siglo XX de Badiou comienza cuando se desanuda la relación entre el ideal y su realización. "En términos lacanianos, esto puede decirse de dos maneras: o bien que el siglo XX es lo real de aquello cuyo imaginario fue el siglo XIX, o que es lo real de aquello de lo cual el siglo XIX fue lo simbólico (los elementos con los que hizo doctrina, lo que pensó y organizó)." La principal determinación subjetiva del siglo "es la pasión de lo real, por lo que es practicable, aquí y ahora". Más que la realización violenta de la Idea, el siglo XX es la época del pasaje al acto. ¿Cómo aborda, entonces, los crímenes del siglo? Reeditando el vínculo, arrumbado en los cajones de las primeras vanguardias artísticas del siglo XX, entre Nietzsche y la Revolución. La violencia revolucionaria procede de la creación del hombre nuevo, un hombre que ya no se ve en el espejo de Dios. Esto es para Badiou el superhombre nietzscheano. La "pasión de lo real", la violencia creadora, está más allá del bien y del mal: el hombre no es un programa, eso que va a venir vendrá en el pasaje al acto y no como realización de una Idea. Pero, para Nietzsche, el superhombre sólo vendría luego del último hombre, del hombre que quiere morir, y por ello auguraba una larga etapa de nihilismo. Las masacres del siglo, que Badiou no justifica en modo alguno, forman parte del nihilismo activo, un "nihilismo terrorista". Es literal, no necesita ninguna interpretación sofisticada: al hombre hay que destruirlo, no importan los medios, la violencia es legítima. En este sentido, el histórico enfrentamiento entre Sartre y Foucault, entre el representante de la Revolución y el representante de Nietzsche, es un síntoma. Para Badiou, "Sartre llega demasiado tarde" para defender el humanismo y Foucault, al igual que Deleuze, Derrida o Lyotard, acierta en erigir un antihumanismo radical, ya que remite a la sensación de vacío y recomienzo posterior al Mayo francés. El siglo XX termina cuando se postula la relación entre Revolución e Ideal y el humanismo desconoce toda subversión de la figura del hombre. En esta época, a partir de la década del 80, en la que sostener un ideal es ser casi cómplice del terror y el hombre permanece confinado a defender sus derechos, se cree que "la voluntad política de lo sobrehumano (o del hombre de nuevo tipo, o de la emancipación radical) sólo ha engendrado lo inhumano". Y la época actual, bajo el lema de la "lucha contra el terrorismo", no hace más que mostrar que la promoción de "lo inhumano" también forma parte de una estrategia de retaguardia de una civilización que aterroriza al planeta sin ninguna idea de hombre. Es más: con una idea de hombre atada al espejo de Dios. Si esto es así, estamos retrocediendo a un casillero anterior a la emergencia del anuncio nietzscheano. Por todo esto, no hay dudas de que El siglo es uno de esos raros libros que hacen aparecer la época bajo una nueva luz. Se podría decir que, de todos modos, Badiou sigue siendo demasiado europeo. Las múltiples referencias a Mao Tsé Tung no alcanzan para disimular que el horizonte de análisis se detiene en la primera mitad del siglo en el Viejo Continente y todo indica que pasó mucho más que eso. Pero la claridad expositiva y la firmeza de sus posturas son sencillamente notables. En los años 80 se había puesto de moda el lema de "pensamiento débil". Ahora es tiempo de hablar, con Badiou, de "pensamiento fuerte".

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