En 1986 Thomas Bernhard escribió la que sería su última novela, su gran obra maestra “Extinción. Un desmoronamiento (Auslöschung. Ein Zerfall)”. En esta ocasión Bernhard reúne dos conceptos pesimistas en el título de su libro. El principal, una extinción que representa lo que para Wolfsegg supondrá el relato que el protagonista del libro y narrador, Franz Josef Murau, planea escribir próximamente, y el subtítulo, el desmoronamiento que Wolfsegg sufre tras el trágico accidente de tres de sus familiares (quizás también el desmoronamiento -analítico y psicológico- del propio narrador).
El libro se abre con una cita de uno de los filósofos admirados por Bernhard: Montaigne.
“Siento la muerte que me aprieta sin pausa la garganta o los riñones. Pero yo estoy hecho de otro modo: para mí es una por todas partes.”
El narrador lleva 15 años exiliado en Roma -huyendo de Wolfsegg, su casa natal, en Austria-. Allí imparte clases a Gambetti -muy avanzado el libro descubrimos que le da clases de alemán-. A veces el narrador no sabe si el maestro es él con respecto a Gambetti o el propio Gambetti con respecto al narrador. Tanto aprende uno del otro como el otro del uno. Sin embargo es el narrador el maestro oficial y Gambetti el alumno oficial, quien paga las clases religiosamente, en contra del parecer de su propia familia -evidente-.
Uno se pregunta qué clase de alemán le enseña el narrador a Gambetti para que en 15 años aún persistan estas clases -de algún modo clases filosóficas-. Uno piensa: o Gambetti es muy torpe o el narrador se las ingenia para que esa fuente de ingresos no expire nunca.
Primera parte: El telegrama.
Es en ese telegrama donde se describe la tragedia que ha sacudido Wolfsegg, dos días después de la llegada a Roma desde Wolfsegg del narrador -con la idea de no volver en mucho tiempo a Wolfsegg-, con motivo de la boda de una de sus hermanas -odiadas las dos por igual-.
La recomendación a Gambetti.
Murau recomienda a Gambetti, su alumno predilecto, su único alumno, en Roma, en su piso de la Piazza Minerva, una serie de libros. Estos son:
1. Siebenkäs, de Jean Paul;
2. El proceso,de Kafka;
3. Amras, de Thomas Bernhard;
4. La portuguesa, de Musil;
5. Esch o la anarquía, de Hermann Broch.
Más adelante conoceremos una terrible anécdota del narrador en su infancia relacionada con el Siebenkäs de Jean Paul -un autor relacionado estilística y cronológicamente con Stifter-. Me sorprende que recomiende El proceso en lugar de El castillo, quizás una obra más acorde con la naturaleza de la obra bernhardiana -en cuanto a su relación amor/odio con mansiones mortales y referenciales. Resulta igualmente interesante que sea Amras -un relato corto de la primera época narrativa de Bernhard- la obra escogida de este autor. Quizás tenga que ver con la idea de una aspiración del propio Bernhard de ver su obra catapultada hacia la inmortalidad, para lo cual escoge un libro lejano en el tiempo -no su mejor libro, desde luego, pero sí bastante característico de su prosa más radical-. Desconocida por mi es La portuguesa de Musil. Siendo El hombre sin atributos uno de mis libros de cabecera no puede sino llamarme la atención la mención de este relato por parte de Bernhard-Murau. De la trilogía de los sonámbulos de Broch conozco Pasenow o el romanticismo, obra sublime, de una aparente superficialidad pero en la que residen sin embargo ideas fundamentales sobre lo existencial, el amor, y la planificación vital. El porqué Bernhard escoge ese volumen precisamente y no Huguenau o el realismo o el citado Pasenow no puedo dilucidarlo de ninguna forma, al no haber leído siquiera la trilogía completa. Al menos no le dio a leer La muerte de Virgilio, lo que hubiera supuesto la extinción del propio Gambetti.
En un momento dado el narrador se pregunta si no debía haber recomendado a Gambetti Effie Briest de Fontane, lo que me hace consultar información sobre este clásico de la literatura alemana, cuyo título más conocido ha sido comparado con Madame Bovary o Anna Karenina. De todas formas este quinteto de obras nos abre un nuevo camino en la admiración bernhardiana por la literatura germana.
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