viernes, julio 24, 2015

Genealogía de una rebelión

Vista a la distancia, la generación beat de la década de 1950 parece un estallido menor, un anticipo restringido -aunque bien publicitado- de la vasta revolución en las costumbres sociales que sacudiría al mundo en los años "60. Tan subversivos en su momento por su decadentismo y anarquía, el solo paso del tiempo se encargaría de reducir a los beats a meros precursores de unos comportamientos que hoy son ya moneda corriente. A tal grado llegó la transformación vivida desde entonces. ¿Pero qué expresó en realidad el movimiento beat? ¿A quiénes representó esa erupción social y cultural centrada en las dos costas de Estados Unidos? Personajes secundarios, las memorias que Joyce Johnson publicó originalmente en 1983 y que ahora trae a nuestro país la editorial española Libros del Asteroide, pueden ofrecer algunas respuestas ilustrativas. Johnson vivió el fenómeno desde adentro en su doble condición de joven en aquellos años y pareja intermitente de Jack Kerouac, el símbolo máximo de la corriente junto con el poeta Allen Ginsberg. Nacida en 1935 en una familia judía neoyorquina de la clase media acomodada (su apellido de soltera es Glassman), la autora traza sin ningún afán revisionista en 345 páginas el retrato de una rebelión adolescente -porque de eso se trató, en gran medida- contra una época y unas tradiciones que se repudiaban por obsoletas y aburridas. La máxima ambición de aquellos muchachos era vivir la "Vida Auténtica" y escapar de la "opresiva insipidez" que a juicio de los rebeldes se había instalado tras la Segunda Guerra Mundial. Los jóvenes "silenciosos" de los "50 querían huir de la normalidad, sondear lo prohibido y sobre todo no llevar la misma vida que sus padres, esa generación que había soportado la Gran Depresión y vencido a Hitler -hoy venerada por la historia norteamericana- a la que veían como demasiado inocente, anticuada y patética. Todo se reducía -y en especial para una mujer- a irse pronto de la casa paterna y de ese modo ser "libre". "Y con libre quería decir..."sexualmente libre""- aclara Johnson-. La Vida Auténtica era sexual. O, más bien, parecía adoptar la forma del sexo. Y el sexo era el campo en el que vivir la aventura más arriesgada, un campo en el que podías adentrarte o no".

En el caso de la autora, como en los de varios miembros de su círculo, del que formaron parte Kerouac, Ginsberg, Lucien Carr y sus múltiples y variables acompañantes, ese experimento desembocaría en el consumo excesivo de drogas y alcohol, adulterios diversos, relaciones abusivas, internaciones psiquiátricas, abortos, suicidios y un par de crímenes pero a la vez, es cierto, en una explosión de creatividad que refrescó el ambiente cultural de la época y que, también conviene registrarlo, contó con el visto bueno del establishment que los beatniks decían rechazar. Uno de los pasajes más interesantes del libro de Johnson es, justamente, el momento de septiembre de 1957 en que, tras años de rechazos y postergaciones, al fin puede publicarse En el camino, la novela insignia de Kerouac. Aquel hecho fue saludado con una reseña oportuna y por demás elogiosa en el New York Times a cargo de Gilbert Millstein que transformó la vida del autor y lo consagró de la noche a la mañana como ídolo de la juventud disconforme ("no cabe duda de que En el camino será reconocida como el testamento de la generación beat", vaticinó certero el crítico del Times). Un cambio y una fama que, sin embargo, no habrían de sentarles bien a la personalidad díscola, inasible, del escritor. El Kerouac que emerge en la evocación de Johnson es otro de los grandes logros de Personajes secundarios, aquel ser trashumante, solitario, alcohólico, atractivo para mujeres y hombres, apegado a su madre, orgulloso y vulnerable a la vez. Para la autora, quien durante un par de años (1957-1958) mantuvo con Kerouac una relación tan intensa como inestable, el portaestandarte de los beats causaba una impresión general de "tristeza" y sufría de una "lacerante inquietud" que le impedía disfrutar de los lugares donde se asentaba y lo impulsaba a echarse de nuevo a la ruta o al mar, siempre en busca de un destino diferente. Johnson sintió un amor apasionado por Kerouac que él -trece años mayor que ella- solo correspondió en breves temporadas. Un auténtico beat no podía pensar jamás en sentar cabeza. Personajes secundarios habla menos de literatura que de esa pasión fallida, símbolo del movimiento que la engendró y la nutrió, el mismo que al cabo de unos pocos años habría de pincharse como una pompa de jabón, consumido en los excesos de sus imitadores hippies de la década siguiente. "La revolución estaba en el aire, pero nunca triunfó -escribe Johnson ya desilusionada-; y si hubiera triunfado, Jack no habría tenido cabida en sus ortodoxias". Editora de toda la vida y escritora por derecho propio (escribió tres novelas, varios ensayos y una biografía parcial de Kerouac, publicada en 2012 en Estados Unidos), Johnson dio en la tecla con la estructura episódica, impresionista, del libro. Sus recuerdos, contados con toda franqueza y en buena prosa, van y vienen en el tiempo y consiguen transportar al lector en el viaje introspectivo que emprende la autora hacia la joven rebelde que fue en aquella época tan excitante como desorientada.

Fuente

No hay comentarios.: