domingo, enero 01, 2006

El más allá bajo reforma

En este diálogo, el medievalista francés Jacques Le Goff se refiere a los cambios que han sufrido el Paraíso, el Infierno y el Limbo desde el siglo XII hasta la actualidad. Ni siquiera la imagen de la eternidad es definitiva, según el autor de El nacimiento del Purgatorio. Después del Limbo, ¿se cancelará el Purgatorio? Para responder, recordemos ante todo que el Limbo apenas si duró un milenio, ya que la palabra aparece en teología sólo después de Pietro Lombardo (muerto en 1160). Y para el Purgatorio -lugar no mencionado explícitamente en la Biblia, aunque algunos de sus pasajes sugieren esa idea- puede haber comenzado ya la cuenta regresiva. Después de lo cual es lógico creer que también se deberán "ordenar" el Paraíso y el Infierno. Cuando le planteamos la pregunta a Jacques Le Goff, el historiador francés conocido por sus estudios sobre el más allá, en estos días que preceden la Navidad y en los cuales todavía se discute la decisión de la Iglesia de echar luz sobre las dimensiones ultraterrenas, tuvimos la impresión de haber caído en un debate medieval, quizá mantenido en el capítulo de una catedral o en la sala del monasterio de Camaldoli, junto a la chimenea, donde Lorenzo de Medici, Marsilio Ficino, Cristoforo Landino, el beato Mariotto y otros personajes semejantes comenzaron a discutir un día, ya avanzado el siglo XV, sobre la vida futura del alma, su inmortalidad y sobre temas acerca de los cuales la mayoría está perdiendo la memoria. Pero quien escribe estas líneas estaba en París. Y el profesor Le Goff le confiaba a propósito del Limbo: "Tomo nota de que, después de haberlo imaginado, la Iglesia lo hizo desaparecer. Ciertas creencias tienen una duración histórica limitada pero ésta sólo atañe, de modo riguroso, a la fe oficial. La popular y la imaginación poética son libres de conservar todo lo que ha sido rechazado por la Iglesia". Por cierto, después de una respuesta de esta naturaleza es inevitable preguntar a un estudioso como Le Goff de qué modo nació el Limbo: "En el siglo XII -prosigue nuestro interlocutor- se constituyó esta idea y fue inmediatamente retomada por la escolástica", la corriente filosófica más relevante de la Edad Media. "El más allá cristiano -subraya Le Goff-, que en un primer momento no comprendía sino el Paraíso y el Infierno, en los cuales las almas de los muertos estaban destinadas a vivir por la eternidad, llegó a abarcar de hecho otros lugares. Junto a los dos primeros, surgieron otros tres, más o menos provisorios." El profesor viaja con seguridad en estas dimensiones, las conoce como pocos: "La Iglesia consideraba que había dos limbos. En el primero de ellos, destinado a los patriarcas, se encontraban los justos del Antiguo Testamento, que no habían podido ser rescatados ya que habían vivido antes de la redención, pero después fueron reconducidos al Paraíso por Jesús durante su vida terrestre. El limbo de los patriarcas se vació por lo tanto para toda la eternidad. Pero también había otro limbo, el de los niños muertos antes del bautismo. Su situación era ambigua: no bautizados, no podían ir al Paraíso; no tenían pecados personales, no eran culpables y, sin embargo, estaban condenados al Infierno. Para mí los teólogos contemporáneos buscan una solución ortodoxa a este caso difícil". Un asunto que, por otra parte, se pierde en la memoria de los siglos. Quien escribe recuerda haberse ocupado en otros tiempos del debate que se produjo en torno a la santificación de los Inocentes (cuya fiesta se celebra el 28 diciembre), matados por orden de Herodes. La cuestión que se planteaba estaba ligada al martirio de estas víctimas, causado, aunque no directamente, por el nacimiento de Cristo. La solución que se encontró fue simple y eficaz: los niños habían sido bautizados con su propia sangre, por lo tanto, podían entrar en el Paraíso; y los fieles, venerarlos como santos. Pero volvamos a Le Goff. Y la pregunta obligada está relacionada con el destino del Purgatorio. Su respuesta es serena: "Pienso que también será abolido. Está unido a cierto período histórico, que comienza en el siglo XII y que hoy está por terminar. Por otra parte, no pienso que la idea de un más allá temporario, como el del Purgatorio, sea considerada definitiva". Está bien, ¿y el Infierno? "Es contrario -responde el profesor- a la idea creciente de la compasión divina. Además, se han buscado en el siglo XX, dentro y fuera del cristianismo, definiciones metafóricas del Infierno que reemplazarían la realidad del terrorismo infernal de la tradición". El discurso no tiene ni una falla, pero nos preguntamos qué sucederá con el Paraíso, aunque todas nuestras preguntas se relacionan con tiempos provisorios. Le Goff señala: "El Paraíso tiene sin duda una definición dogmático-teológica, pero, como todas estas creencias y realidades imaginarias que han obsesionado las perspectivas de hombres y mujeres en el curso de la historia, es también una construcción cultural. Sobre la condición actual del Paraíso aconsejo leer el hermoso libro de Jean Delumeau Que reste-t-il du paradis?, publicado por Fayard". Los italianos tienen a Dante. De reforma educativa en reforma educativa, en la escuela se lee cada vez menos. Le Goff lo sabe muy bien y habla de ello: "Una obra genial como la Divina Comedia ha contribuido mucho, no sólo a construir el imaginario del más allá, también ha influido sobre su definición teológica. Señalo que Dante ha hecho del Purgatorio, hasta entonces subterráneo y cercano al Infierno, una montaña que se eleva sobre la Tierra hasta el Paraíso, y el hecho de que Dante haya diferenciado muy bien el Paraíso terrenal y el Paraíso celeste contribuye a darnos la imagen de un pasado imaginario inmaculado: la Edad de Oro y un porvenir maravilloso". Le preguntamos a Le Goff qué le podría suceder al más allá de Occidente. "Paraíso, Infierno y Purgatorio tienen, a mi parecer, un doble futuro posible: uno está asegurado, es el hecho de haber representado creencias fuertes para los seguidores de Cristo. La historia y la evolución a la que estarán sometidos dependerán de la religión cristiana y del imaginario que prevalezca; el segundo será consecuencia de las nuevas creencias sobre el más allá. Pero el historiador no es un profeta y lo ignora." Observación indiscutible, a la cual se agrega una pregunta: ¿Cómo ve "su" Purgatorio? Responde: "No soy un creyente sino un historiador que ha buscado estudiar los aspectos con los cuales los hombres imaginaron un purgatorio. Yo, francamente, no lo imagino". Y agrega: "Creo que el más allá es o pura imaginación o una realidad científica que ignoramos o también una creencia sometida a la evolución histórica". En resumen, el Limbo ya no existe. El Purgatorio parece en cesación de pagos. El Infierno, somos demasiado buenos para llenarlo de almas y aumentan todos los días aquellos que están dispuestos a creerlo vacío. Queda el Paraíso. Conviene abrirlo a todos. Una idea que podría representar la mejor solución incluso por su aspecto democrático. En ese caso, lograremos exportarla hasta el más allá.

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